En nuestro idioma se utilizan diversos sinónimos como azotar, flagelar o fustigar, para describir el castigo corporal ejercido sobre un ser humano, al golpear reiteradamente su cuerpo con algún objeto contundente, capaz de producir dolor, heridas o lesiones, incluso la muerte. Este castigo se remonta a los albores de la Humanidad y desde luego no lo inventaron los romanos, aunque si que lo aplicaron profusamente, a tenor de los que nos dicen la fuentes clásicas, con abundantes testimonios al respecto a lo largo de la Historia de Roma.
Junto a esta abundancia de testimonios escritos, contrasta la casi total ausencia de restos arqueológicos de los instrumentos utilizados para azotar, en gran medida, debido a la naturaleza de los materiales con los que estaban construidos, generalmente de carácter orgánico: madera, cuero y fibras vegetales. Aunque es cierto que algunos flagellum solían tener adminículos de metal o hueso (de mayor pervivencia en el tiempo) al objeto de causar mayor dolor o lesiones de importancia, hay que ser precavidos al relacionar numerosos de estos objetos encontrados, generalmente de plomo o bronce, con el instrumento de tortura, ya que en muchos casos se desconoce para que servían en realidad, por el contexto en el que se encontraron, lo que no ha sido excusa para catalogarlos como flagellus en el caso de algunas piezas mostradas en los Museos Vaticanos.
También son escasas las representaciones que han llegado hasta nuestros días de estos látigos o flagelos de los cuales vemos una muestra en la ilustración inferior.
IZQUIERDA flagelo romano de bronce. British Museum CENTRO Denario 113 a. C. Escena de lucha con látigo DERECHA relieve funerario de un Archigallus de Lavinium , siglo II d.C., Museos Capitolinos , Roma.
El flagelo del British Museum es el único caso conocido de supervivencia de uno de estos instrumentos y tanto su forma como los materiales de que está compuesto siembran dudas sobre la función del mismo. El objeto no fue verificado en su contexto original, ni datado arqueológicamente y cuando se compró al coleccionista, las bolas de bronce de hasta dos centímetros ya estaban unidas con cuerdas modernas al mango, también de bronce. Parece evidente que bastarían unos pocos golpes para matar a la víctima con este artefacto.
El látigo que aparece en el denario de la ilustración tampoco parece un buen ejemplo de estos instrumentos de tortura, ya que la escena representa una lucha entre dos combatientes armados.
Por último, el relieve funerario de los Museos Capitolinos representa a un archigallus, un sacerdote de la diosa Cibeles rodeado de diversos artículos asociados al culto de la diosa. Entre los distintos objetos, se puede apreciar claramente un látigo con mango y tres cuerdas con huesos de astrágalo. El relieve ha sido ampliamente estudiado (inicialmente por Winckelmann) y junto a los testimonios de algunos autores clásicos sobre los rituales del culto a Cibeles, hay un amplio consenso en que este tipo de látigo estaba destinado a la autoflagelación y no hay testimonios de que fuera utilizado en el ámbito penal.
Instrumentos de fustigación y flagelación
Si bien empleamos el término genérico azotar, los romanos distinguían dos tipos según los instrumentos que se utilizasen. Bajo la denominación de verberatio se designaban con carácter general las penas corporales y con carácter particular la fustigación, empleada únicamente contra los ciudadanos romanos mediantes diversos instrumentos (fustes), como bastones, varas (virga), cañas o férulas y la flagelación, utilizada contra los esclavos y los extranjeros, con el látigo (flagellum, lorum o scutica) y sus variantes más dañinas, como el scorpio y el temible flagrum.
Tipos de penas y castigos
Aunque a veces se tiene como verdad absoluta que los ciudadanos romanos no podían ser azotados, esto no es del todo cierto. Por supuesto dicha legislación (Las leyes Porcias entre otras) está corroborada por las compilaciones legales que han llegado hasta nosotros (Digesto, 47, 9, 4.1; 47, 10, 9, 3; 48, 2, 6; 48, 19, 10) y relatos de los Hechos de los Apóstoles como el de San Pablo (Saulo de Tarso), que apeló a su condición de ciudadano romano para no ser azotado, aunque el propio San Pablo ( 2 Corintios 11:24-25) relata que: 24 De los judíos cinco veces he recibido cuarenta azotes menos uno. 25 Tres veces he sido azotado con varas. Finalmente sería decapitado por orden de Nerón, lo que tácitamente confirmaría su ciudadanía romana.
Como hemos dicho anteriormente, la fustigación estaba reservada para los ciudadanos romanos en el ámbito penal para infracciones o crímenes muy graves, generalmente de alta traición al Estado. En la disciplina militar y en el ámbito privado, en forma de castigo disciplinario, el azote era de utilización muy frecuente, sobre todo asociado a la enseñanza. Numerosos autores se refieren a su propia experiencia con las férulas o palmetas al recibir este castigo por sus maestros, ya fuesen públicos o privados (Horacio, Marcial, Galeno).
Por supuesto en el ámbito militar estos castigos eran mucho más brutales, debido a los instrumentos utilizados, incluso castigando faltas menores, que en los casos más graves conducían a la muerte por apaleamiento (fustuarium supplicium) de sus propios compañeros. En la castigatio se azotaba con instrumentos diferentes al legionario según fuese ciudadano romano o peregrinus. El azotamiento con la vitis, la vara de sarmiento símbolo de su autoridad disciplinaria, era uno de los elementos distintivos de los centuriones. La principal fuente de conocimiento en este ámbito es Herenio Modestino ( Digesto. 49, 16, 3, 1) que nos aporta una clasificación de las militum poenae.
Desde un punto de vista penal, ya en los orígenes de Roma, con la Ley de las XII Tablas estaba previsto el azotamiento de ciudadanos romanos, inicialmente a través de la figura de la perduellio por actos de traición grave de un romano contra sus conciudadanos, cambiando posteriormente esta figura a la maiestas, de mayor contenido regulatorio. En ambos casos, la fustigación estaba contemplada como una pena accesoria de otra, generalmente la pena capital en sus diferentes formas o como una pena en sí misma, que podía finalizar con la muerte del reo o no.
En el periodo monárquico y republicano, estas sentencias se ejecutaban por los lictores, una clase de funcionarios y guardaespaldas que llevaban las fasces (conjunto de varillas y un hacha atado por una cinta roja de cuero) y precedían a los magistrados, los cónsules y otras autoridades representando su imperium. Un cónsul tenía derecho a ir precedido por doce lictores.
Con el tiempo y ya en época imperial, tan solo ejercieron esta función de verdugo muy ocasionalmente, ampliando sus funciones a aspectos más burocráticos. En esta época el verdugo se profesionalizó en el ámbito civil y era conocido como carnifex, especialmente en la aplicación de las penas a extranjeros (peregrinus) y esclavos.
IZQUIERDA y CENTRO lictores con las fasces . Palazzo della Cancelleria, Vaticano DERECHA lictor con fasces junto al emperador. Columna de Trajano en Roma.
Los romanos fueron unos maestros en el Derecho, alcanzando cotas de desarrollo a lo largo de su historia que han llegado hasta nuestros días prácticamente inalteradas en determinados principios jurídicos e instituciones, hasta el punto de ser conocidos y practicados actualmente por sus nombres en latín (por ejemplo In dubio pro reo; De lege ferenda etc). Pero también eran unos tramposos inveterados, conocedores de mil triquiñuelas para inaplicar o sortear las normas que ellos mismos crearon. Durante las guerras civiles del final de la República y sobre todo en la dinastía Julia-Claudia, miles de personas de alto rango fueron azotadas de forma infamante, sometidas a tortura y asesinadas en contra de la ley por el mero designio del Dictador o el Emperador. Algunos autores nos han dejado ejemplo de ello:
Suetonio, (Vida de Domiciano, 8), azotar a sus cómplices con varas hasta hacerlos morir. Suetonio, (Vida de Calígula, 26) Habiendo sonado, en una conjuración, el nombre de su cuestor, lo mandó azotar, quitándole él mismo sus vestiduras, que extendió a los pies de los soldados para que descargasen sus golpes con mayor firmeza.
Séneca, (De ira, 3, 18, 3) En otro tiempo mandó C. César, en el mismo día, azotar a Sexto Papino, hijo de varón consular, a Betilíeno Basso, cuestor suyo e hijo de su intendente, y a otros muchos, caballeros romanos o senadores, sometiéndoles después a la tortura, no para interrogarles, sino para divertirse ( 3, 19, 1) Qué cosa tan grande hacer pasar bajo el látigo y entre las llamas, como malvados esclavos, a tres senadores, cuando meditaba degollar a todo el Senado.
Es famosa la triquiñuela legal que Cesar utilizó para juzgar a Cayo Rabirio a través de una norma arcaica, la perduellio con unas reglas procesales (nombramiento de duunvirus incluido) ya abolidas por injustas a través de uno de sus seguidores, el tribuno Tito Labieno (posteriormente convertido en su enemigo al pasarse a los optimates) y con Cicerón como abogado defensor. Conocemos con detalle los pormenores del juicio a través del propio Cicerón (En defensa de Rabirio, 3.10)
Recreación de una flagelación. Composición propia con imágenes de Internet.
La flagelación se utilizaba con los esclavos y los extranjeros y la dureza del castigo dependía del instrumento que se utilizase y el número de golpes fijado en la condena, que a su vez era acorde con el delito. Si el delito era público, la flagelación se ejecutaba en un lugar público (Suetonio, Vida Tito, 8, 5; Vida Domiciano, 8, 5; Vida Calígula, 26, 3 . Livio, Ab Urbe condita, II, 5, 55), normalmente atando al reo a un poste bajo o con las manos atadas en alto a un poste. En los casos más graves se solía utilizar el flagrum, un tipo de látigo de varias colas rematadas por bolas de plomo (plumbata) u otros adminículos para provocar fracturas, contusiones, cortar o arrancar la piel. Ya con los emperadores Valente y Valentiniano (376 d. C.) la flagelación con la plumbata es calificada de inhumanis por el Código Teodosiano.
En el ámbito doméstico eran frecuentes estos castigos, que el propio dominus como juez y verdugo podía ejercitar o lo más común, encargar a otro esclavo de confianza. Con el tiempo se suavizó este régimen disciplinario en el ámbito privado, limitando los castigos que el dueño podía ejercer sobre el esclavo (servus).
Por último, podemos citar algunos ejemplos de autoflagelación como en el caso de los sacerdotes de la Diosa Cibeles ya mencionados o en las fiestas de la Lupercalia, en las que los lupercos azotaban a las mujeres que querían quedarse embarazadas y también a los hombres, con un significado de purificación.
La flagelación romana y la sábana santa
La mayoría de los cristianos tenemos conocimiento de la flagelación romana a través del relato de la Pasión de Jesús de Nazaret, fundamentalmente a través de los Evangelios. Sin entrar en controversias sobre la adulteración de algunos de estos documentos, sobre todo en el siglo IV y V, se puede afirmar que la flagelación de Yehoshúa ben Yósef no fue un castigo judío, sino netamente romano, en el que Pilatos intentó en un primer momento que la flagelación fuese la pena única, aplicada con dureza desde luego, pero sin causar la muerte del reo. Finalmente terminó convirtiéndose en una pena accesoria de la pena capital mediante la crucifixión, algo coherente con el estatus social de Jesús y la acusación de alzamiento y alta traición argumentada por los judíos.
Cristo de la flagelación de Torrevieja
Al abordar el estudio de la flagelación romana y la flagelación sufrida por el Jesús histórico con las escasez de fuentes históricas mencionada, aparece inexorablemente el tema de la Sábana Santa de Turin, “La Sindone”, como una inmensa marea que lo inunda todo de un gran número de datos e información vistos a través de la fascinación que supone la hipótesis de la fe: Que el cuerpo de la citada sábana mortuoria perteneció a Jesús.
No entraré en ninguna controversia sobre si el cuerpo de la Sindone era el de Jesús de Nazaret o tan siquiera si perteneció a un crucificado en el Siglo I, ya que la propia Iglesia con las pruebas científicas realizadas hasta ahora, habla oficialmente del “hombre de la Sabana Santa. Más allá de los numerosos estudios realizados sobre la huellas del lienzo y sobre la fisiopatología de la flagelación en un cuerpo humano compatible con las citadas huellas, cabe preguntarse si dichas heridas son compatibles con las técnicas romanas del tortura del Siglo I.
Los citados estudios sobre la Sindone han puesto de manifiesto tres tipos de lesiones causadas por la flagelación, que se corresponderían con tres instrumentos o flagelos diferentes, siendo la huella más abundante la de unas bolitas unidas por una barra o tira de cuero (parecido a una mancuerna), situadas en el extremo de varias cuerdas. Es fácil encontrar en Internet representaciones o reconstrucciones de estos flagelos asociados a la Sindone.
Desgraciadamente, no hay ningún tipo de evidencia de que existiesen flagelos con esas características en el siglo I y en ningún caso concuerdan con las escasas representaciones o descripciones de dichos instrumentos en el ámbito romano, sin que ello implique naturalmente que no pudiesen existir, ya que por su propia naturaleza debieron fabricarse una gran variedad de estos objetos.
Aunque han pasado dos mil años y nos horrorizan este tipo de prácticas crueles, hay que pensar que en la actualidad muchos países (la mayoría de religión musulmana) tienen implementada la flagelación como una sanción penal-religiosa. En países civilizados como Estados Unidos, algunos Estados permiten legalmente los castigos corporales en las escuelas. Nihil novum sub sole.
Para muchos de los lectores que ya han cumplido una edad, los castigos corporales, palmetazos y collejas están en el recuerdo de la escuela que nos tocó vivir, hace no tanto tiempo, en España
Bibliografia y webgrafía
Luis Rodríguez Ennes. Algunas cuestiones en torno a la verberatio https://dialnet.unirioja.es/servlet/articulo?codigo=4651580
Flavia Manservigi. The hypotheses about the roman flagrum : some clarifications https://unibo.academia.edu/FlaviaManservigi
Wikipedia. Flagelación https://es.wikipedia.org/wiki/Flagelaci%C3%B3n
Bellumartis. Castigos en las legiones romanas https://bellumartishistoriamilitar.blogspot.com/2014/02/castigos-en-las-legiones-romanas.html
Cuerpo del Derecho civil Romano https://bibantonioreverte.um.es/Obras/GCorral_Corpus.xml
Enlaces de las imágenes
Imagen de portada : William-Adolphe Bouguereau (1825-1905): La flagelación, 1880. Museo de Bellas Arte la Rochelle https://es.wikipedia.org/wiki/Archivo:William-Adolphe_Bouguereau_(1825-1905)_-_The_Flagellation_of_Our_Lord_Jesus_Christ_(1880).jpg
José María Ruiz Montes. Cristo de la flagelación de Torrevieja https://www.diariodelavega.com/la-imagen-del-cristo-de-la-flagelacion-de-torrevieja-distinguida-en-el-viii-premio-del-portal-de-arte-sacro-la-hornacina/