We Can Do It!. Cita de derechos al final del artículo
Como no quiero engañar al posible lector, tengo que aclarar desde el principio que este artículo a pesar del título del mismo trata de arte. Hay quien podría pensar que el cartel publicitario o propagandístico es un arte menor, pero el cartel Rosie the riveter que veremos más adelante se exhibe actualmente en el Museo de Arte Americano Crystal Bridges, en Arkansas y alcanzó en el año 2002 la cifra de 4,9 millones de dólares en la subasta de Sotheby's. Pero vayamos por partes:
No se sabe con certeza cuantas personas entre civiles y militares fallecieron en la II Guerra Mundial aunque las estimaciones oscilan entre los 50 y los 100 millones. No debe extrañar este grado de imprecisión ya que muchos países ocultaron durante años el número total de víctimas, especialmente Rusia y China las más castigadas por el conflicto ya que la mayor parte de los muertos eran población civil. Lo que sí se sabe con mayor precisión es que participaron en la guerra 100 millones de soldados de cerca de 80 países de ambos bandos (incluyo a España por su aportación de 47.000 soldados de la División Azul).
Menos conocido es el papel que las mujeres desempeñaron en el conflicto de forma activa, no solo como personal sanitario sino también en el campo de batalla como pilotos de avión, francotiradoras, guerrilleras en la resistencia o trabajando en la inteligencia militar, como operadoras de radio en el terreno y espías. Se estima que más de dos millones de mujeres participaron en la guerra como soldados o combatientes especialmente en Rusia.
No voy a profundizar en las razones que llevaron a Alemania y a Japón a perder la guerra, ya que el espacio del artículo sería insuficiente, pero creo que poca gente podrá objetar que el invierno ruso y la formidable capacidad productiva de la industria de guerra Norteamericana contribuyeron decisivamente a ello. Centrándonos en este último aspecto, el conflicto supuso para las mujeres y los negros unas oportunidades laborales de las que habían carecido anteriormente. EE.UU necesitaba producir más barcos, aviones y maquinaria pesada que Alemania para ganar la guerra y la mano de obra femenina fue esencial no solo en mantener, sino en aumentar la producción de bienes del país. Eran trabajos pesados o cualificados y las mujeres aprendieron pronto y tomaron conciencia de que ellas también podían hacer esos trabajos. Las motivaciones patrióticas eran evidentes pero también supuso un reto para la incorporación de la mujer en trabajos tradicionalmente reservados a los hombres.
Mujeres ensamblando un avión con remaches. Foto Alfred T. Palmer. Library of Congress
La necesidad de mano de obra femenina en las empresas estratégicas impulsó la maquinaria publicitaria del Gobierno animando a las mujeres a incorporarse al mundo laboral bajo el sugestivo lema de que las mujeres podían hacer el mismo trabajo que los hombres. Empresas como Westinghouse realizaron su propia publicidad y en 1943 encargó a J. Howard Miller el famoso cartel que encabeza este artículo con el lema We Can Do It! (podemos hacerlo) en el que se muestra a una mujer con un pañuelo rojo, mono de trabajo y actitud decidida subiéndose la manga y mostrando músculo, muy en la línea del mensaje de que las mujeres podían realizar determinadas tareas asignadas tradicionalmente a los hombres. En modo alguno se trata de un “corte de mangas” tal y como facciones radicales del movimiento feminista pretenden. Se trataba de un mensaje de igualdad y empoderamiento femenino, no de revancha. Por cierto el nombre con el que se conoce actualmente el famoso cartel de Howard Miller Rosie la remachadora (Rosie the riveter) no es del todo correcto. En esa época era muy popular una canción homónima interpretada por el grupo The Tonight Show, que terminó emparejando el nombre de Rosie a todas las trabajadoras de la industria armamentística tal y como hoy sucede con las “Kellys”, las camareras de piso. Para realizar su trabajo Miller se basó en una fotografía de una trabajadora y en el trabajo previo del célebre pintor e ilustrador Norman Rockwell.
El cartel “Rosie la remachadora” de Norman Rockwell
Norman Rockwell (1894-1978) era un pintor de gran talento que trabajó en publicidad y en el Saturday Evening Post donde realizó algunas de sus más célebres portadas con un realismo costumbrista lleno de fina ironía y humor. En 1943 publicó en la portada de la publicación el cartel Rosie de riveter en el que aparece sobre un fondo con la bandera de EE.UU una musculosa mujer almorzando un sándwich mientras sujeta un martillo remachador sobre su regazo. Viste un mono azul de trabajo y sus pies descansan sobre un ejemplar gastado del Mein Kampf el manifiesto con tintes autobiográficos escrito por Hitler.
Sibila Eritrea Rosie the riveter. Cita al final del artículo Profeta Isaías
Rocwell utilizó como modelo a Mary Doyle Keefe, una operadora telefónica de 19 años mucho más estilizada que la figura del cartel y que nada tenía que ver con el sector industrial. Según declaraciones del propio ilustrador utilizó la figura del profeta Isaías que Miguel Ángel había pintado en la capilla Sixtina como inspiración para la pose de la modelo, aunque es evidente que no fue la única referencia del genial pintor del Renacimiento, viendo la musculosa figura de la Sibila Eritrea, que también puede admirarse en la capilla Sixtina. Creo que la ilustración comparativa de los tres personajes es significativa y deja clara la influencia en el trabajo de Rockwell.
Finalmente el Gobierno de EE.UU utilizó la imagen del cartel de Rockwel para la emisión de bonos de deuda para sostener la guerra.
Mary Doyle Keefe y Norman Rockwell
El cartel We Can Do It! de Howard Miller como icono feminista.
Al contrario que el cartel de Norman Rockwell, el cartel de Miller tuvo escasa repercusión pública en la época y tan solo se utilizó en el ámbito de las instalaciones de la Westinghouse. Con el tiempo, sobre todo a partir de la década de los 80 el mensaje del cartel fue perdiendo su propósito inicial de atraer a las mujeres a un mercado laboral necesitado de mano de obra exclusivamente durante el tiempo que durase la guerra, para convertirse en un icono reivindicatorio del movimiento feminista en la lucha por los derechos de la mujer.
Lo cierto es que cuando los hombres volvieron de la guerra y quisieron reincorporarse a sus puestos en las fábricas, las mujeres ya habían demostrado que podían hacer el mismo trabajo que los hombres en tareas clasificadas como poco femeninas. Cuando tuvieron que abandonar sus puestos de trabajo para que los ocuparan los hombres que habían participado en la guerra, ellas habían tomado conciencia de que el trabajo significaba libertad y emancipación y comenzó una nueva lucha por sus derechos, en este caso laborales. A partir de ese momento ya nada volvió a ser como antes de la guerra en la consideración de las mujeres trabajadoras, incluso si pensamos que todavía queda mucho camino por recorrer para una igualdad laboral real entre hombres y mujeres.
Webgrafía
Canción Rosie the riveter: https://www.youtube.com/watch?v=55NCElsbjeQ
https://www.nrm.org/rosie-the-riveter/#photos
https://hipertextual.com/imagen-del-dia/mujeres-en-la-segunda-guerra-mundial
Reconocimiento al autor
We Can Do It!. De J. Howard Miller (1918–2004), artist employed by Westinghouse, poster used by the War Production Co-ordinating Committee - From scan of copy belonging to the National Museum of American History, Smithsonian Institution, retrieved from the website of the Virginia Historical Society., Dominio público, https://commons.wikimedia.org/w/index.php?curid=5249733
Rosie the Riveter. Norman Rockwell (1894-1978). Crystal Bridges Museum of American Art. https://crystalbridges.org/
Gracias por tu comentario. Es todo un halago viniendo de un experto en la II Guerra Mundial
Gracias Alberto por un excelente articulo.
El papel de la mujer en el conflicto fue muchísimo más importante que lo que la historiografía nos ha mostrado. Sin ellas la capacidad industrial de los países en conflicto habría quedado claramente mermada pues los hombres debían ir al frente. Pero su contribución va más allá de eso. Están las enfermeras, las oficinistas, las espías, las conductoras, las guerrilleras… y las madres y novias de los soldados que daban un impulso extra al animo combativo de la tropa, que fueron fundamentales en la posguerra. Por supuesto no hay que olvidar a las soldados del ejército rojo que lucharon codo con codo con sus camaradas masculinos y demostraron su valía en el campo de batalla. Entre ellas las francotiradoras, las tanquistas y la pilotos de la Brujas de la Noche.