En primer lugar me gustaría hablar de la imagen que ilustra el presente artículo. Está generada con inteligencia artificial simulando un cuadro al óleo y a pesar de habérsele dado instrucciones muy precisas a dicha aplicación de que queremos representar a un personaje de origen semita que vivió en Oriente Medio, resulta curioso que la imagen generada, muy probablemente, ha tomado como referencia las miles de imágenes icónicas de Jesús de Nazaret depositadas en sus bancos de datos: Un rostro hermoso de mirada lánguida con barba y cabellos largos, algo menos oscuros de lo que la probabilidad étnica aconsejaría, envuelto en un halo de luz o aureola de santidad.
Lo cierto es que no existe ningún escrito, ni siquiera recogido de una tradición oral donde se describa el aspecto físico de Jesús de Nazaret. Ni en el nuevo testamento, ni en Evangelios sean apócrifos o no, ni en ningún documento no cristiano.
Puestos a especular la opinión mayoritaria nos dice que la imagen de un Jesús con cabello largo y barba (propio de la época y el lugar por otra parte) podría venir de las personas que vieron la Sábana Santa ya en el siglo primero. A título de curiosidad existen imágenes que representan a Jesús en la alegoría del buen pastor en la que este aparece sin barba (ver imagen adjunta).
En el 2001 Investigadores británicos reconstruyeron para un documental de la BBC el posible rostro de Jesús a partir del cráneo de un judío hallado en un cementerio del siglo I en Israel. El resultado puede verse en la imagen adjunta y es cuanto menos decepcionante, desde luego muy alejado de la imagen icónica que tenemos tradicionalmente de Jesús de Nazaret. Es un personaje tosco de cara ancha y pelo corto y rizado al que no imaginamos con el carisma suficiente para atraer a miles de seguidores a su causa. Creo sinceramente que la imagen de un solo individuo al azar no es representativa del tipo medio en un tiempo y un lugar determinados. Por otra parte a la singularidad de un rostro tampoco le va muy bien la estadística. E, cualquier caso, siendo respetables, las visiones rígidas sobre el aspecto de Jesús suelen tener un componente subjetivo importante y se basan más en estereotipos culturales, sociales o religiosos que en un análisis científico serio.
La imagen de la izquierda ha sido generada por ordenador en 2001 a partir del análisis forense del cráneo de un judío del s. I, obra de Richard Neave. En el centro representación del «buen pastor» en las catacumbas de san Calixto. A la derecha imagen en negativo de la sábana santa de Turín.
Yehoshua Bar Yosef
Jesús es la forma latinizada del griego Iesoûs con el que es mencionado en el Nuevo Testamento, escrito en griego. El nombre deriva del hebreo Ieshu , forma abreviada de Yeshúa , la variante más extendida del nombre Yehoshúa, que significa ‘Yahveh salva’, y que designa así mismo a Josué.
Cristo (del latín Christus, y éste del griego Christós ) es una traducción del término hebreo «Mesías» , que significa «ungido», y que se emplea como título o epíteto de Jesús de Nazaret en el Nuevo Testamento. En el cristianismo, Cristo se utiliza como sinónimo de Jesús. Cuando hablamos de Jesucristo nos referimos a Jesús el ungido o el mesías.
Los judíos del siglo I tenían dos formas de nombrar a las personas: asociándolas al nombre de su padre o bien por su lugar de procedencia. En nuestro caso sería Jesús hijo de José o bien Jesús de Nazaret (de momento obviaremos su nacimiento en Belén).
Dado que en Galilea se hablaba en arameo en el siglo I (el hebreo era usado en cuestiones litúrgicas), el nombre más probable de Jesús sería Yehoshua Bar Yosef.
Jesús, en un trono, enseña a sus apóstoles, mosaico paleocristiano (finales del siglo IV), perteneciente originalmente a un mausoleo imperial romano antiguo, ahora en la Cappella di sant’Aquilino en la Basílica de San Lorenzo Maggiore en Milán
Fuentes escritas no cristianas sobre Jesús
Flavio Josefo: En su obra «Antigüedades judías» escrita alrededor de 93 a 94 d. C. (siglo I), incluye dos referencias a Jesús. Josefo menciona a un «Jesús llamado Cristo», quien fue ejecutado por Poncio Pilato.
En «Antigüedades Judías», Libro 18, Capítulo 3, encontramos el siguiente texto:
«En aquel tiempo apareció Jesús, un hombre sabio, si es que se le puede llamar hombre, porque realizó obras maravillosas, fue maestro de los hombres que aceptan con agrado la verdad y atrajo a muchos judíos y a muchos gentiles. Él era el Cristo. Y cuando Pilatos, instigado por los principales entre nosotros, lo condenó a la cruz, aquellos que lo amaban desde el principio no dejaron de hacerlo. Porque él se les apareció vivo en el tercer día, como lo habían profetizado los divinos profetas que habían anunciado estas y muchas otras cosas maravillosas sobre él. Y la tribu de los cristianos, llamados así por él, no ha desaparecido hasta el día de hoy».
Este pasaje es considerado una de las principales referencias históricas no cristianas a la existencia de Jesús. Aunque algunos estudiosos han cuestionado la autenticidad completa de este pasaje, la mayoría de los estudiosos cree que al menos parte del pasaje es auténtico y que Flavio Josefo mencionó a Jesús en su obra. El pasaje describe la vida y las enseñanzas de Jesús, su ejecución bajo la orden de Poncio Pilato y su resurrección según la profecía de los profetas judíos.
En «Antigüedades Judías», Libro 20, Capítulo 9, encontramos el siguiente texto:
Llamó a juicio al hermano de Jesús, quien era llamado Cristo, cuyo nombre era Jacobo, y con él hizo comparecer a varios otros. Los acusó de ser infractores a la ley y los condenó a ser apedreados
Según algunos autores este pasaje acerca de Jesús fue alterado por un escriba cristiano, incluyendo la referencia a Jesús como Cristo (Mesias en hebreo)
Cornelio Tácito fue un historiador romano del siglo I y II. En su obra «Anales», Tácito menciona a «Cristo» como el fundador del cristianismo, quien fue ejecutado por Poncio Pilato durante el reinado de Tiberio. La referencia de Tácito es considerada auténtica por la mayoría de los estudiosos y es una de las pruebas históricas más tempranas de la existencia de Jesús.
En «Anales» Libro 15, Capítulo 44, encontramos el siguiente texto:
«Por tanto, para acabar de una vez por todas con la superstición que reinaba en aquellos momentos, [Nerón] hizo arrestar y castigar con los suplicios más refinados a los hombres detestados por sus crímenes, que el vulgo llamaba cristianos. Este nombre les venía de Cristo, a quien el procónsul Poncio Pilato había condenado a muerte en tiempo de Tiberio. Pero, reprimida por un instante, la funesta superstición se extendió de nuevo no solo por Judea, donde había surgido por primera vez, sino también por la ciudad de Roma, adonde acuden y se confunden todas las cosas viles y vergonzosas procedentes de todas las partes del mundo«.
Este pasaje es considerado una de las principales referencias históricas no cristianas a la existencia de Jesús. Tacito no da muchos detalles sobre Jesús, pero confirma su existencia y la ejecución de su líder por orden de Poncio Pilato. Además, describe cómo los cristianos fueron perseguidos y castigados en los primeros años del cristianismo.
Plinio el Joven: En una carta a Trajano escrita alrededor del año 120 d.C. (siglo II), Plinio describe cómo trataba a los cristianos que se negaban a renunciar a su fe. En esta carta, Plinio menciona a «Cristo» como el objeto de su adoración, pero no proporciona detalles sobre su vida.
Como nunca he estado presente en ningún juicio de los cristianos, desconozco el método y los límites que deben observarse al examinarlos o castigarlos.
También he tenido grandes dudas sobre si se debe hacer alguna diferencia en razón de la edad, o alguna distinción permitida entre el más joven y el adulto; si retractarse permite un perdón, o si un hombre ha sido cristiano una vez, no le ayuda a retractarse; si la mera profesión de cristianismo, aunque sin delitos, o solo los delitos asociados con él, son punibles.
Mientras tanto, el método que he observado con los que me han sido denunciados como cristianos es este: les interrogué si eran cristianos. Si lo confesaron, repetí la pregunta una segunda y una tercera vez, agregando la amenaza de la pena capital. Si aún perseveraban, ordené que los llevaran a la ejecución.
Aquellos que negaron ser, o habían sido, cristianos, que repitieron después de mí una invocación a los dioses y ofrecieron adoración, con vino e incienso, a tu estatua, que había ordenado traer para este propósito, junto con las imágenes de los dioses, y que finalmente maldijo a Cristo —todas las cosas que se dice que ningún cristiano verdadero puede ser obligado a hacer— pensé que deberían ser despedidos.
Suetonio: En su obra «Vidas de los doce césares» escrita alrededor del año 121 d.C (siglo II), Suetonio menciona a «Chresto» como la causa de los disturbios entre los judíos en Roma durante el reinado de Claudio.
«Expulsó de Roma a los judíos, impulsados por un tal Chresto, que provocaba disturbios. De hecho, en ese momento, la ciudad estaba llena de tumultos debido a estos disturbios»
Este párrafo sugiere que los seguidores de Cristo ya estaban activos en Roma durante el reinado de Claudio, lo que apoya la existencia histórica de Jesús y su influencia en los primeros cristianos
Luciano de Samosata fue un escritor satírico griego del siglo II. En su obra La muerte de Peregrino (latín: de morte Peregrini escrita en el 170 d.C.) que gira en torno al filósofo cínico Peregrino de Proteo, se menciona a «ese hombre crucificado» que es adorado por los cristianos. Aunque no se menciona a Jesús por su nombre, muchos estudiosos creen que se refiere a él. Sin embargo, esta referencia también ha sido cuestionada por algunos estudiosos debido a la ambigüedad en la descripción.
«Después, por cierto, de aquel hombre a quien siguen adorando, que fue crucificado en Palestina por haber introducido esta nueva religión en la vida de los hombres… además su primer legislador les convenció de que todos eran hermanos y así, tan pronto como incurren en este delito, reniegan de los dioses griegos y en cambio adoran a aquel sofista crucificado y viven de acuerdo a sus preceptos.» .
Reflexiones finales
El Nuevo Testamento narra la vida, ministerio, crucifixión y resurrección de Jesucristo, así como los eventos del cristianismo del siglo primero. Fue compuesto entre los años 50 y 100 d. C. y comprende los cuatro evangelios canónicos, los Hechos de los Apóstoles, las epístolas de Pablo de Tarso, siete epístolas católicas de diversa atribución y el Apocalipsis.
Estos documentos contienen una gran cantidad de información, en alguna ocasión de forma contradictoria, sobre la vida de Jesús y para los creyentes aportan pruebas inequívocas de la existencia y la obra de Jesús de Nazaret.
El presente artículo ha obviado dicha documentación por ser universalmente conocida y ampliamente estudiada y nos hemos centrado en aquellos documentos no cristianos, desde luego menos conocidos, que pueden aportar pruebas paralelas de la existencia del Jesús histórico.
A la vista de estas fuentes escritas hay un amplio consenso entre los expertos en aceptar que Jesús existió, aunque algunos tienen diferencia acerca de las creencias y enseñanzas de Jesús, así como la exactitud de las relatos de su vida. A la vista de estos documentos no cristianos, prácticamente hay unanimidad en la existencia de dos acontecimientos que son dados por ciertos : que Jesús fue bautizado por Juan el Bautista y que fue crucificado por orden del prefecto romano Poncio Pilato.
Bibliografia
Flavio Josefo: Antigüedades judías. Amazon.
Cornelio Tácito Anales. La casa del libro
Plinio el Joven: carta a Trajano. Biblioteca clásica Gredos 344
Suetonio: Vidas de los doce césares. Amazon.
Luciano de Samosata La muerte de Peregrino. Amazon.
Webgrafía
Jesús histórico por Federico Romero en Academia Play https://www.youtube.com/watch?v=l48uSWXya-U
Wikipedia. Voces: Jesús histórico; Ieshu; Jesús de Nazaret
Un detallito más: comentas que comentan que se dan por ciertas que Jesús fue bautizado y que fue crucificado. Bueno, se da por cierto… por inferencias, no por evidencia alguna. Y por algunos, que de ninguna manera tales cosas obtienen tampoco unanimidad. Ni de lejos.
También que la primera referencia en la historia sobre el personaje, la proporciona Paulo, San Pablo, en torno al año cincuenta, a decir de los eruditos y sin esto si, debate en contra.
Siendo lo más asépticos y rigurosos visto lo único indudable: que éste lío lo comienza San Pablo… pues oye. Que lo mismo es que ya conocemos al autor del luego creciente libro de ficción que así resultaría ser el Nuevo Testamento: Paolo de Tarso.
Igual, si le preguntábamos a él sobre su invento, podríamos obtener al fin alguna evidencia.
Claro que también es cierto que sabemos que al menos la mitad de las «cartas de Pablo», no son de Pablo.
En fin. Un cuento por tantos contado que ha crecido mucho con el tiempo.
Y es que, para seguir con tal cuento fundado en nada… hay que tener mucha fe, Alberto.
Mucha fe.
Ese nombre que le ponemos a las creencias que no cuentan con evidencia: Esas que no son «se», son «fe».
Si, Alberto. El debate de HIPÓTESIS variadas está abierto porque no hay evidencia alguna que permita declarar la historicidad de Jesús.
Hay suposiciones entre quienes llevan dos mil años buscando alguna prueba.
Justo lo que llevan dos mil años buscando infructuosamente: alguna evidencia, alguna prueba que no acaba de aparecer.
Vale, que oye, que la esperanza es lo último que se pierde, cierto.
Pero vamos, que llevan así dos mil años ya, hombre.
Hola.
De modo que comentarios de 4 o 5 personas que no pudieron conocer al personaje de vuestro escrito, y que de alguna manera, afirman que un siglo después de la hipotética figura histórica, existían seguidores de la misma, certifican que la hipótesis cuenta con evidencia.
Hombre, yo diría que, a lo sumo, con indicio discutible, cuando no directamente «amañao», ¿no?.
Porque seguro que si aceptáis sin pestañear que el que haya seguidores de Buda, no es evidencia de la historicidad de Buda.
Aquí hay una clarísima evidencia, que es la ausencia de evidencia que, aunque no es prueba de inexistencia, si es evidencia de ausencia de evidencia.
Esto es: que en realidad lo que sabemos es que na hay nada que permita concluir que se trata de un personaje histórico.
No voy a entrar en los intervalos de fechas que facilitáis, toda vez obvias comentar algo así como «en el caso más favorable, aunque discutido»; ni voy a entrar en ausencias como el uso de informes de Plinio por parte de los otros no testigos que citais; ni más consideraciones, porque sobra con el reconocimiento que hacéis de que no tenéis ninguna prueba de la historicidad de Jesús.
Contáis, eso sí, con opiniones. Un supuesto consenso de eruditos que no podéis usar como argumento de autoridad porque… son opiniones (y divergentes, no encontraréis dos iguales), y no certezas. Meras opiniones, como la mía, o como la vuestra.
De modo que sería deshonesto certificar al Mesías Jesús como personaje histórico, tanto más que aquel que la biblia nombra primeramente como Mesías, si tenemos constancia de su historicidad: el rey Ciro, seguidor del primer monoteísmo de la historia, el culto a Ahura Mazda, y coincidencialmente, el punto de inflexión entre las tradiciones hebreas politeístas de origen sumerio-mesopotámico, al monoteísmo. El verdadero Mesías. El que sí existió.
Gracias Javier por tu comentario. Naturalmente por una cuestión de espacio el texto es un breve apunte sobre las fuentes disponibles. Te remito a la ingente cantidad de bibliografía donde diferentes expertos no se ponen de acuerdo en absoluto. El debate está abierto