Se atribuye al escritor George Orwell la frase “La historia la escriben los vencedores” publicada en 1944 en una columna de la revista Tribune si bien el concepto es tan antiguo como la misma Historia y probablemente fue pronunciada en un enunciado similar por autores más antiguos.
Los españoles conocemos bien el concepto de leyenda negra, ya que la hemos padecido durante siglos, e incluso hoy, en tiempos de la postverdad, a veces resulta imposible concluir una verdad absoluta por encima de las distintas versiones partidarias de un determinado hecho histórico o de toda una época. El revisionismo histórico tan en boga actualmente y los prejuicios tampoco ayudan mucho la verdad.
La historia de Cartago es un claro ejemplo de leyenda negra. Si en el caso de España la propaganda negativa se la debemos a nuestros amigos holandeses y británicos, en el caso de Cartago debemos apuntar claramente a Roma a través de varios procesos como veremos a continuación.
Cartago enemigo de Roma. Las guerras púnicas
Las Guerras Púnicas se libraron entre los siglos III y II a.C. y fueron una serie de enfrentamientos entre Roma y Cartago que tuvieron como objetivo el control del Mediterráneo occidental. La enemistad que existió entre ambos pueblos fue exacerbada por la propaganda romana, que retrataba a los cartagineses como crueles y malignos. Esta propaganda fue utilizada para justificar las acciones de Roma en la guerra y para destruir y demonizar al enemigo.
La victoria romana en las Guerras Púnicas que acabó con la total destrucción de la civilización cartaginesa, permitió a Roma dar forma a la narrativa histórica y presentar a los cartagineses como un pueblo inferior y peligroso. La mayor fuente de información sobre este conflicto nos la brinda Polibio, que vivió en el siglo II a.C. y escribió extensamente sobre las Guerras Púnicas y la rivalidad entre Cartago y Roma. También se pueden consultar las obras de Tito Livio y Plutarco para entender cómo se representó a los cartagineses en la cultura romana. Estos autores contraponían la imagen de la virtus romana –cristiana ya en el siglo IV– personificada en Escipión, a un Aníbal que representaría a su vez la crueldad, la ambición y la codicia de los cartagineses.
A medida que Roma se convirtió en la cultura dominante en Europa occidental, esta imagen negativa de los cartagineses se consolidó y perpetuó en la cultura popular.
Máxima expansión de Cartago en el Mediterráneo
Los sacrificios humanos, especialmente de niños.
Otra de las razones por las que el Imperio Cartaginés ha sido mal visto a lo largo de la historia es la acusación de que practicaban el sacrificio humano. Algunos historiadores como Tito Livio (Historia de Roma, libro XXIV, capítulo 34) y Diodoro Sículo hablaron de rituales religiosos en los que los cartagineses ofrecían a los dioses seres humanos, especialmente niños. A este respecto se pueden consultar las obras de los historiadores mencionados, así como los estudios arqueológicos que han encontrado restos de urnas funerarias (en los Tofet) que podrían haber contenido restos humanos. Sin embargo, algunos expertos cuestionan la veracidad de estas afirmaciones y argumentan que los sacrificios humanos no eran una práctica generalizada en la cultura cartaginesa y que tan solo en caso de grandes calamidades sacrificaban a una víctima tomada de entre los seres que más apreciaban y que designaban por votación como víctima ofrecida a sus dioses infernales. Otros autores que nos hablan de estas prácticas: Dionisio de Halicarnaso, Historia antigua de Roma, I, 38, 2 ; Porfirio de Tiro, De la abstinencia, II, 56, 1 y Plutarco, De la superstición, XIII
Hoy en día los expertos están divididos entre los que opinan que efectivamente dichos sacrificios existieron y los que los minimizan argumentando que no se sabe con certeza si esto era cierto o si era una exageración o propaganda.
El paso del tiempo y la falta de registros históricos.
Carthago delenda est (Cartago debe ser destruida). La frase se atribuye a Catón el Viejo quien, según fuentes antiguas, la pronunciaba cada vez que finalizaba sus discursos en el Senado romano creando una corriente de propaganda contra los cartagineses. Finalmente en el año 146 a. C., Cartago fue arrasada por Escipión Emiliano, nieto del Africano, y toda la población que quedaba fue vendida como esclava convirtiéndose la zona en provincia romana.
Una de las dificultades para entender y apreciar la cultura cartaginesa es la falta de registros históricos auténticos. La destrucción de Cartago por los romanos en la Tercera Guerra Púnica significó la pérdida de gran parte de los registros históricos, lo que ha dificultado la comprensión de la sociedad y la cultura cartaginesas, especialmente los documentos redactados en su propio idioma.
La cultura cartaginesa dejó muy pocos registros escritos y gran parte de lo que se sabe de ellos proviene de fuentes romanas. Esta falta de fuentes propias permitió que se difundieran estereotipos y mitos sobre su cultura, los cuales fueron ampliamente aceptados por la historiografía posterior. Por ejemplo, el historiador romano Tito Livio describió a los cartagineses como un pueblo codicioso y cruel, lo que influyó en la percepción que se tuvo de ellos durante siglos.
Los autores romanos mencionados menospreciaron cuanto tenía que ver con Cartago y su cultura incluyéndolos en una categoría propia de seres incivilizados y crueles que estarían muy alejados de una versión idealizada de la ciudadanía y la cultura romana. Ni que decir tiene que dichos escritos fueron la base de la posterior historiografía cristiana medieval.
A medida que pasó el tiempo, la cultura romana se convirtió en la cultura dominante en Europa occidental, y su influencia se extendió por todo el mundo. Como resultado, la cultura romana se ha convertido en un símbolo de la civilización y la sofisticación, mientras que otras culturas, incluida la cartaginesa, se han desvanecido en la oscuridad del relato histórico. Algunos autores como Richard Miles y Adrian Adrian Goldsworthy han puesto de manifiesto que los escritos de los historiadores romanos y griegos que se han utilizado para describir a los cartagineses han sido influenciados por los prejuicios culturales y políticos de la época.
A la falta de documentos escritos de la cultura cartaginesa hemos de sumar una relativa carencia de restos de la arquitectura púnica en parte por la acción destructiva de los romanos pero también en parte por el escaso interés en estas excavaciones que solo recientemente se ha reavivado.
Infantería pesada cartaginesa. Fuente Pinterest
Para la Europa medieval ( el teocentrismo lo inundaba todo) fueron San Agustín y su discípulo Orosio las fuentes principales de conocimiento. Este último fue el encargado de redactar, a principios del siglo V, la tendenciosa Historia contra los paganos, donde Cartago es un agente negativo abocado al fracaso por su propia idiosincrasia
En ésta y en similares obras se aprecia una especial animadversión por todo lo relacionado con Cartago, como ciudad pagana y enemiga no solo de la fe, sino también del orden universal promovido desde Roma.
La visión de Cartago en la actualidad.
Una de las primeras visiones de Cartago desprovista de prejuicios nos la dio el escritor francés Flaubert quien visitó Cartago entre los meses de abril y junio de 1858, a fin de documentarse para su novela, Salambó publicada en 1862. La acción de la obra tiene lugar en el siglo III a. C. en el territorio de Cartago, poco después de la derrota cartaginesa en la primera guerra púnica.
En el relato de Flaubert se nota la voluntad de incorporar una historia plausible, integrando la bibliografía existente con la experiencia personal de su visita a la zona, ofreciendo un panorama mucho menos sombrío de lo habitual, con toques costumbristas.
Sin entrar en una parte academicista de lo que ha supuesto para España el legado fenicio en general y el cartaginés en especial, de la que afortunadamente hay una numerosísima bibliografía, no quisiera terminar este artículo sin mencionar algunas novelas de escritores españoles en las que a los cartagineses les ha tocado al menos en parte el papel de malos:
En primer lugar me gustaría mencionar la trilogía de Escipión de Santiago Posteguillo, autor sobradamente conocido por los amantes del género de novela histórica. Asimismo y aunque su edición está agotada (Grijalbo) recomiendo encarecidamente la lectura de La bahía del último aliento, de Joaquin Borrell, en la que los cartagineses vuelven a ser los malvados de la historia. De una manera más modesta, yo mismo he incurrido en el tópico haciendo que los cartagineses, junto a otros, sean los antagonistas malvados en mi última novela Eoniké y el último rey de Tart (Alberto Martínez). Y es que en definitiva, es difícil sustraerse al efecto que el papel del malo (tan cotizado por los buenos actores) tiene en una historia que entretenga y atrape al lector en la trama.
Bibliografia y webgrafía
Adrian Goldsworthy Las guerras púnicas. Editorial Ariel
César Fornis Vaquero. Mito y arqueología en el nacimiento de ciudades legendarias de la Antigüedad. Editorial Universidad de Sevilla.
Alejandro Egea Vivancos. Selección bibliográfica sobre el mundo fenicio y púnico https://dialnet.unirioja.es/servlet/articulo?codigo=1710151
Wikipedia. Historia de Cartago; Cartago https://es.wikipedia.org/wiki/Cartago