Hasta que el ser humano aprendió a utilizar caracteres gráficos para transferir conceptos o ideas a un medio físico mas o menos permanente, la principal forma de guardar la información para ser transmitida posteriormente era la memoria. Hace miles de años los primeras pinturas rupestres supusieron la utilización de un medio físico (las paredes de la cueva) para contar una historia que antes tan solo estaba en la mente de estos artistas primitivos.
Con el tiempo se sofisticó el lenguaje oral y los conceptos se dispararon exponencialmente con el desarrollo del cerebro humano y el uso de la memoria alcanzó cotas inimaginables hoy en día. Con este uso de la memoria convivieron los ideogramas y símbolos silábicos de los jeroglíficos hasta que alrededor del año 2000 a.C. apareció el primer alfabeto funcional.
Fueron los fenicios alrededor del año 1000 a.C. Los que desarrollaron un alfabeto del que proceden la mayoría de símbolos alfabéticos de las lenguas del Mediterráneo y el Medio Oriente, especialmente el latín que es la que nos interesa en este artículo.
Podemos decir como conclusión que el ser humano utilizaba la memoria como “disco duro” interno hasta que la cantidad de información se volvió tan abundante que hubo que recurrir a fijar en medios físicos externos (La piedra, el metal, las pieles, el papiro, el papel…) la información para que esta no se perdiese o fuese modificada. Cabe recordar que la Iliada y la Odisea se relataban oralmente por los Aedos hasta que fueron escritas por primera vez cientos de años después de ser compuestas.
La escritura romana
La escritura latina más antigua conservada data del año 600 a.C. y tiene una clara influencia griega y etrusca. Naturalmente estamos hablando de un imperio longevo que fue modificando con el tiempo su escritura y su alfabeto.
Los romanos utilizaban distintos soportes para la escritura según el uso al que estaba destinado el mensaje. Aquellos mensajes de carácter publico que debían ser vistos por todo el mundo se escribian normalmente en piedra (inscriptiones) generalmente en obras públicas, estatuas, estelas funerarias etc. Las leyes, por otra parte, que también tenían carácter público y vocación de una cierta permanencia, solían estar escritas en planchas de bronce.
Para los escritos de carácter privado o de una difusión más restringida se utilizaban distintos soportes en función de las cualidades de los materiales utilizados y del uso que se pretendía dar al texto escrito. Hay que distinguir entre los soportes y los formatos.
Los principales soportes de escritura cotidiana eran las tablillas de cera, el papiro y el pergamino. Los romanos solían utilizar dos tipos de formatos para los libros: el rollo y el códice.
El papiro era ampliamente utilizado en la vida cotidiana y es el antecedente del papel que posteriormente inventarían los chinos. Su ligereza y flexibilidad asi como la mejor adherencia de la tinta los hacía muy popular para todo tipo de documentos tanto oficiales como particulares. Se podía escribir tanto en hojas sueltas como en rollos más adecuados para textos largos, fundamentalmente de carácter literario. Es rollos deben su nombre a que el papiro se enrollaba en los extremos en cilindros alargados (umbilicus) con los extremos generalmente torneados que permitían su lectura de forma continua desenrollando progresivamente el papiro que solía contener habitualmente unas 20 hojas.
La desventaja del papiro era su menor durabilidad frente a otros soportes como el pergamino mucho más resistente al paso del tiempo y que se terminó imponiendo, sobre todo a partir del siglo IV especialmente en el formato de codex.
El pergamino se realizaba con las pieles de animales jóvenes: ovejas, cabritos o terneros. Se le sometía a un complejo tratamiento físico (raspado) y químico (inmersión en una solución cáustica) para un posterior alisado y tensado. El resultado era un material duradero que incluso permitía su reutilización por raspado. Las hojas ya preparadas se cosían por el lado izquierdo formando un lomo y permitía una cómoda lectura similar a los libros actuales en papel. El nombre de pergamino proviene de la fama de los artesanos de Pergamo en su realización.
La tabula cerata
Las tablillas de cera eran un soporte de escritura que permitía la rectificación de errores y la reutilización para distintos escritos. Consistían en una plancha de madera con marco resaltado en los bordes que permitía cubrir con cera fundida la parte interior. En esta superficie blanda se podía escribir haciendo incisiones con un punzón generalmente metálico (stilus) afilado en la punta y con la parte trasera en forma de espátula para alisar sobre lo escrito y dejar la superficie otra vez lista para poder escribir de nuevo.
Era un soporte ideal en el ámbito educativo, comercial o para tomar notas previas que luego serían borradas.
Tabula cerata y stilus
Cuando se necesitaba una mayor superficie de escritura por la longitud del contenido se unían las tablillas entre si atravesando unos agujeros en el margen izquierdo mediante un cordel o tiras de cuero. De esta forma se podían unir varias tablillas formando dípticos (dos tablillas) o polípticos (varias) que podían leerse como un libro. Algunas veces estos polipticos (caudices) necesitaban ser guardados por mas tiempo sin borrar y se guardaban en archivos (tablinia) colgados de unos alambres.
De este instrumento de escritura nos ha llegado hasta nuestros días la expresión latina Tabula rasa, que significa literalmente «tablilla raspada», o sea una tablilla sin inscribir. Se aplica a algo que está exento de cuestiones o asuntos anteriores. También se utiliza la expresión «Hacer tabula rasa» para expresar la acción de no tener en cuenta hechos pasados.
Tabula es el origen etimológico de “tabla” y “rasa” está traducida al español, ya que en latín sería “rasus” con el significado de raído, liso, sin ningún estorbo. O sea, que sería una tabla que permanece lisa, sin ninguna marca, dibujo o escritura.
Bibliografia y webgrafía
Ewan Clayton. Historia de la escritura. Editorial Siruela
Wikipedia. Tablilla de cera; Tabula rasa
Hacer una tabla:
https://www.youtube.com/watch?time_continue=46&v=VvJbUMlff48&feature=emb_logo