John William Waterhouse. Un cuento del Decamerón
El tema del amor cortés en la edad Media ha sido objeto durante años de un profundo debate entre expertos en el que por supuesto no entraremos en este artículo debido a su corta extensión y a su pretensión divulgativa de llegar a un público mayoritario. La idea es explicar el concepto y aportar algunas curiosidades que sin duda sorprenderán al lector con ideas preconcebidas.
Hay un cierto consenso en establecer un paralelismo entre el vasallaje feudal con la relación que se establece a través del amor cortés (fin’amor en occitano). La dama, formalmente casada con otro hombre al que no ama, se sitúa en una posición de superioridad y el caballero es su vasallo, en una relación de afectos y enamoramiento aparentemente imposible. Por parte del caballero es necesaria una nobleza de espíritu elevada, que no transgreda las reglas que le llevarían a un amor carnal y la dama en este juego es generosa, dejándose querer por su vasallo, de quien recibe tales servicios de amor.
Este servicio de amor impone condiciones propias del vasallaje, una sumisión total a las reglas de este juego amoroso y un permanente homenaje en las reuniones sociales de la corte a través de la poesía, en la que la identidad de la dama es generalmente ocultada por un seudónimo cuyo secreto ambos comparten. El caballero sufre y anhela ser correspondido por su amada, a quien ve de una forma idealizada en todos los aspectos.
Si bien desde un punto de vista social este fenómeno se daba exclusivamente entre la nobleza y no afectó a las clases bajas, al igual que sucedió en la II Guerra Mundial en EE.UU, supuso para la mujer en la Edad Media una oportunidad de empoderamiento, que aunque limitado y circunscrito a las clases altas, dio un giro importante a un concepto de la mujer a la que se tenía en poca estima, cuando no asociada al mal, con referentes vilipendiados por el cristianismo como Lilit, Eva, María Magdalena etc., pasando a ser idealizada como un modelo de virtud, algo que ocurre en paralelo a un mayor protagonismo y ensalzamiento de la figura de la Virgen María dentro de la Iglesia y la sociedad, no solo como madre de Jesús, sino como fuente de todas las virtudes y objeto de adoración.
Por parte de los expertos se han señalado algunos de los factores que pudieron influir en este fenómeno que se dio principalmente en Francia en la zona del Midi ( Mediodía), en Aquitania, Provenza y la Occitania francesa entre los siglos XI a XIII y que se difundió en otros países casi hasta el siglo XV: Por una parte las cruzadas tuvieron un doble efecto, al tener que tomar las mujeres el control de su posesiones feudales mientras sus maridos guerreaban y cuando estos volvieron, trajeron consigo gustos orientalizantes más refinados.
Aunque aún estaba lejos el Renacimiento, una vez pasado el año mil con sus trágicos augurios del fin de los días, poco a poco, se fue asentando una necesidad de disfrutar de la vida y de los afectos, entre los cuales el amor cobró de nuevo protagonismo de una forma diferente a los desenfrenos del amor carnal, propios de los temores del milenio.
El catarismo es señalado asimismo como una de las influencias del amor cortés. Compartían territorio, la Occitania y valores como el amor fuera del matrimonio, al que consideraban un contrato social y una exaltación de virtudes elevadas fuera del amor carnal.
Desde el punto de vista del aspecto poético o literario, no podemos pasar por alto la influencia de algunos autores latinos como Virgilio y especialmente Ovidio con sus obras Ars amandi o Remedia Amoris que ya le valieron el exilio en su época.
Si hay una figura emblemática de este movimiento ideológico y literario es sin lugar a dudas Leonor de Aquitania, duquesa de Aquitania y condesa de Gascuña, reina de Francia y posteriormente reina de Inglaterra por su matrimonio con Enrique Plantagenet con el que tuvo ocho hijos, entre ellos, Ricardo I “Corazón de León” y Leonor Plantagenet reina consorte de Castilla por su matrimonio con Alfonso VIII. Su padre Guillermo es considerado el primer trovador.
Los trovadores y las trobairitz
En el imaginario colectivo hay una cierta confusión al mezclar como sinónimos a los trovadores y a los juglares que conviene aclarar, ya que no hacían el mismo trabajo, ni pertenecían a la misma clase social.
Los trovadores (trobador en occitano), eran poetas que componían sus obras en lengua occitana y a veces las interpretaban o más frecuentemente eran interpretadas por juglares o ministriles en las cortes feudales de Europa, inicialmente en el Midi francés, entre los siglos XII y XIV. Algunos de ellos eran los propios señores feudales, algo que es mayoritario en el caso de las trovadoras (trobairitz) y en la mayoría de los casos pertenecían a las clases altas, ya formasen parte de una corte como protegidos de su señor o señora, o bien ejercieran su labor de forma itinerante, desplazándose por las distintas cortes de Aquitania, Provenza, Champaña y Borgoña y posteriormente del resto de Europa.
La palabra juglar procede del latín iocularis (gracioso) que a su vez viene de iocus (juego). Los juglares no solo eran músicos, cantantes y recitadores, también dominaban otras artes que utilizaban en fiestas y espectáculos callejeros ejerciendo de saltimbanquis, bailarines etc. Naturalmente había una especialización y los mejor valorados eran los juglares épicos o los líricos, que ejercían su oficio en los salones cortesanos, ya fuese ocasionalmente o de forma permanente, como los ministriles. Los instrumentos habituales eran sobre todo de cuerda, como la viola de arco o fídula, el rabel, la vihuela o el arpa.
Edmund Blair Leighton. The end of the song. 1902
Como ya hemos dicho, los trovadores se apartan del latín culto y escriben en occitano poesía lírica de alta calidad literaria que exalta el amor cortés y lo hacen para un público selecto en los castillos y cortes de las regiones mencionadas. Son autores conocidos que adquieren gran fama y sus obras, muy valoradas en su época, han llegado en gran número hasta nuestros días. Si bien la expresión poética es novedosa e incluso atrevida, el tipo de música que la acompañaba todavía bebe en las fuentes de la música sacra propia del culto religioso.
Guillermo X, duque de Aquitania, el padre de Leonor es considerado el primer trovador y su nieto Ricardo I “Corazón de León” presumía de serlo y nos ha dejado insignes poemas que lo atestiguan, incluso el Papa Clemente IV compuso poemas trovadorescos mientras fue obispo (señor feudal en definitiva). Algunos de los trovadores más famosos fueron Adam de la Halle, Jaufre Rudel, Guillebert de Berneville, además de los españoles, el gallego Martín Codax, el catalán Rimbaut de Vaqueiras o el mismísimo Alfonso X el Sabio.
Al igual que su homóloga masculina, la palabra occitana trobairitz que designa a las trovadoras, procede del latín trovare (hallar, encontrar) y se refiere a la habilidad de encontrar las palabras adecuadas en la composición poética que le confieran la armonía y belleza necesaria para ensalzar las virtudes del ser amado.
Como hemos dicho antes, las trobairitz fueron mayoritariamente señoras feudales, ya fuese como tales o en su condición de consortes, que componían poemas de amor cortés al igual que los hombres, aunque podemos encontrar entre ambos géneros algunas diferencias, sobre todo de estilo.
De entre el medio centenar de composiciones poticas aparentemente escritas por una mujer que han llegado hasta nuestros días, aproximadamente la mitad son anónimas, de tal manera que de las restantes se conocen los nombres y al menos parte de la obra de unas veinte trobairitz, entre las que sin duda destaca la Condesa Beatriz de Dia. Conocemos asimismo el nombre e incluso la biografía de otras famosas trovadoras como Almucs de Castelnau (Provenza) ,Iseut de Capio (Lozère), Castelloza (Auvernia), Tibors de Sarenom (Orange), Azalais de Porcairagues (Montpellier), María de Ventadorn, Clara d´Anduza, Azalais de Altier , Garsenda de Provenza o Bieiris de Romans. Todas ellas tienen en común el ser únicamente occitanas, algo que no ocurriría con los trovadores masculinos que proliferarían en otras cortes europeas.
A priori podemos decir que no existen grandes diferencias entre los poemas de estas mujeres comparándolos con los de los hombres, al menos no en términos de calidad, aunque sí que existen algunos elementos diferenciadores, sobre todo en cuanto al estilo literario predominante.
Quizás el rasgo diferenciador más importante es que la relación de desigualdad entre los enamorados, fruto de un vasallaje amoroso de carácter feudal, está muy disminuido en el caso de las trobairitz , presentándose la “dompna”, la señora feudal con su propio nombre sin ocultar el nombre del amado, rompiendo así el código secreto de discreción que rige con los trovadores. El hombre amado sigue siendo vasallo, pero también es “el amigo”. Indudablemente es algo valiente y atrevido para la época, pero también es cierto que solo puede hacerse desde una posición de superioridad, algo impensable para un trovador-vasallo no solo de su amada, sino también de su poderoso marido, que no olvidemos que o bien consiente o desconoce este juego amoroso.
Las Cortes de amor
Leonor de Aquitania no tuvo una vida fácil en sus dos matrimonios y aunque era una mujer cuyas convicciones y carácter han perdurado a través de los siglos, en su momento era el prototipo ideal de esta mujer idealizada, amante de la cultura y dechado de virtudes. Tanto en Inglaterra como en su corte de Aquitania promovió las Cortes de amor a las que asistía lo más granado de la nobleza feudal y numerosos trovadores y juglares que cantaban en lengua occitana amores y desamores reales y ficticios.
Su hija María, condesa consorte de Champagne, al igual que su madre, fomentó estas reuniones en su condado y es famosa por ser protectora del novelista francés, Chretien de Troyes , autor de diversas obras, entre las que destacan las del ciclo Artúrico, “Lancelot ou le Chevalier de la charrette” y “Perceval ou le Conte du Graal”, así como de Andreas Capellanus (André le Chapelain) que con su obra “Liber de amore” o “De arte honeste amandi” establece las reglas del amor cortés .
Las Cortes de amor estaban compuestas por damas de alta alcurnia que sometían a debate y juzgaban las diferencias entre enamorados. Aunque hay quien afirma que se trataba de un mero entretenimiento de la nobleza, lo cierto es que han perdurado hasta nuestros días documentos en forma de actas donde se deja claro que había sentencias sobre desencuentros o discrepancias de carácter meramente sentimental. Naturalmente estas sentencias no tenían fuerza legal, pero eran acatadas por la autoridad moral de quienes las dictaban, sentando precedente social en la forma de actuar de las relaciones amorosas.
En mi novela “La doncella en la Nieve” trato el tema de las Cortes de Amor, así es que utilizaré un extracto de la misma para explicar en qué consistían tales reuniones, haciendo un resumen previo:
Blanca y su madre, la condesa Inés, acuden a Toledo para solicitar ayuda a la reina Leonor Plantagenet ya que su castillo estaba siendo asediado por uno de los vasallos del Rey Alfonso VIII de Castilla, esposo de la reina. El asunto es delicado y en una hábil maniobra política la reina convoca unas cortes de amor para atraerse a la causa de Blanca a las damas de la nobleza como paso previo para convencer al rey.
“Cuando se despidieron del deán, Blanca preguntó a su tía en que consistían las “cortes de amor”
—En principio no es más que una reunión social, generalmente de damas, en las que participan trovadores que recitan o componen poemas de amor galante y juglares que cantan esos poemas acompañados de algún instrumento musical. Es una costumbre que implantó la reina Leonor de Aquitania en Francia y que su hija ha traído a Castilla. Es un ambiente culto donde se debaten historias de amor con juegos de palabras que apelan a la inteligencia de los presentes. Los trovadores suelen componer poemas descaradamente adulatorios a la reina o a cualquier otra dama.
Doña Teresa se dirigió a su sobrina en voz baja, temerosa de que alguien la escuchase.
— Blanca, debes estar preparada para que tu historia sea puesta en boca de numerosas damas de la corte. La reina ha sido muy astuta y creo que ya ha tomado partido por tu relación con Martín. En ésta reunión imagino que manipulará a las damas de la corte a tu favor, así es que te sugiero que seas comedida y discreta. Tu belleza y la condición de víctima del amor pueden jugar un papel importante en algo de mucho más calado como es la supervivencia de la familia. Deberás estar muy atenta a mis señas en todo momento y no tengas duda de que a pesar de ser una reunión social, para ti será una auténtica prueba juzgada por un tribunal femenino.
…………………
La reina despidió a sus hijas y las cuatro mujeres se dirigieron al salón donde esperaban el resto de las damas y dos juglares.
—Estaremos diez damas en total, aunque muy escogidas entre la nobleza que reside en Toledo. Yo misma he elegido algunos poemas de los mejores trovadores franceses como Beltrán de Born, Peire Vidal o Folquet de Marsella. Espero que sea de vuestro agrado tanto la música como la conversación y podáis pasar una velada agradable y divertida.
La reina hizo las presentaciones y pronto las asistentes se acomodaron mientras algunos sirvientes traían pequeños bocados de exquisitas viandas y un vino dulce aunque no empalagoso, mientras los juglares amenizaban con suaves tonadas de laúd y rabel que envolvían a las presentes en una atmosfera agradable y distendida.
Enseguida resonaron de manos de los juglares los primeros poemas cantados de famosos trovadores, y las damas dejaron de hablar para prestar toda su atención a las hermosas composiciones.
Me he entregado a tal dama que vive de alegría, de amor, de mérito y de valor y en la que la belleza se acrisola tanto como el oro en el carbón ardiente. Y puesto que le agrada mi ruego, me parece que el mundo todo es mío y que los reyes tienen mis feudos.
Como era de esperar, al cabo de un tiempo de escuchar diferentes poemas de amor cortés, la reina narró de una manera edulcorada la historia de amor de Blanca resaltando la caballerosidad de Martín, un héroe venido de la cruzadas, donde había luchado a las órdenes de Ricardo Corazón de León y una vez regresado salvó en circunstancias extremas la vida y la honra de la hermosa hija del conde.
Blanca estaba desorientada por lo que escuchaba. Se hablaba en un tono literario, plagado de ingeniosos juegos de palabras de una historia que apenas reconocía como propia.”
Bibliografia y webgrafía
César Hernández Alonso. Raíces, contexto y justificación del amor cortés. 2009. https://dialnet.unirioja.es/servlet/articulo?codigo=4050744
Gloria Chicote. El amor cortés: otro acercamiento posible a la cultura medieval. 2007. http://sedici.unlp.edu.ar/handle/10915/41439
Maribel Bofill. Las trobairitz: las talentosas mujeres trovadoras silenciadas por la historia. https://www.cinconoticias.com/trobairitz-mujeres-trovadoras-silenciadas-por-la-historia/
Michèle Dufour. El amor cortesano y la canción trovadoresca.1999. https://www.researchgate.net/publication/27585475_El_amor_cortesano_y_la_cancion_trovadoresca
https://es.wikipedia.org/wiki/Trovador
https://es.wikipedia.org/wiki/Cortes_de_amor
https://es.wikipedia.org/wiki/Beatriz_de_Día
Para escuchar: Robins m’aime (Marion) de Adam de la Halle https://www.youtube.com/watch?v=h7ncJV30610&feature=emb_logo
https://www.youtube.com/watch?v=zNNm-wnfZ-U
Muy buen artículo.
Añadiría el disco del grupo Espliego «Cortes de amor» como complemento para entender perfectamente qué se cocía en aquellas reuniones cortesanas.
Gracias Adrián por tu comentario