
Jesús de Nazaret fue solo una de las muchas voces que en el siglo I anunciaron la inminencia del Reino de Dios, curaron a los enfermos y reunieron discípulos. Lo distintivo del cristianismo emergente no fue tanto la singularidad de su fundador, sino la interpretación posterior de su muerte, la expansión misionera y la construcción teológica de una nueva religión.
Es significativo que autores como Flavio Josefo dieran más relevancia a Juan el Bautista o a Judas el Galileo que a Jesús. Esto refleja que, en su tiempo, Jesús fue una figura más en una constelación de líderes mesiánicos o espirituales. Solo la consolidación del cristianismo como religión imperial en el siglo IV proyectó retroactivamente su singularidad.
Durante los años que rodean el nacimiento, vida y muerte de Jesús de Nazaret ( 4 a.C.–30 d.C.) y las décadas posteriores hasta aproximadamente el año 80 (bajo el mando de Tito, Jerusalén y el templo fueron destruidos en el año 70), el mundo judío y el ámbito grecorromano vivieron una auténtica eclosión de líderes carismáticos, taumaturgos, profetas y figuras mesiánicas. Este fenómeno, común a muchos períodos de crisis sociopolítica, se vio intensificado por el contexto de opresión romana, la diversidad de sectas dentro del judaísmo del Segundo Templo y la creciente influencia de corrientes esotéricas orientales en el Mediterráneo.
Mesianismo judío y movimientos proféticos
En tiempos de Jesús, el mesianismo judío no era uniforme. Algunos esperaban un mesías davídico, guerrero y restaurador del trono de Israel; otros aguardaban un líder sacerdotal o incluso dos mesías diferentes (uno real y otro levítico), como evidencian los Manuscritos del Mar Muerto (1QS 9:11; CD 12:23). El título de mesías no implicaba necesariamente divinidad, sino un líder que instauraría la justicia divina.
Judas el Galileo (circa 6 d.C.)
Según Flavio Josefo, Judas encabezó una revuelta contra el censo del gobernador romano Quirinio en el año 6 d.C., denunciando que “admitir la tributación era una traición a Dios, el único soberano” (Antigüedades judías, 18.1.1). Su doctrina dio origen al movimiento zelote, de corte nacionalista que exaltaba el martirio y la resistencia armada. Aunque Judas no se autoproclamó mesías, su figura encarna el tipo de líder carismático mesiánico que inspiró a muchos seguidores.
Teudas (ca. 44–46 d.C.)
Josefo narra que Teudas convenció a muchos de que, como un nuevo Moisés, dividiría el Jordán para cruzarlo con sus seguidores (Ant.). El procurador Fado lo reprimió brutalmente y Teudas fue decapitado. Este acto simbólico remite directamente a la memoria fundacional del Éxodo, muestra del sincretismo entre profecía y política en la época.
El Egipcio (ca. 50–58 d.C.)
Según Flavio Josefo (Ant. Jud.; Guerra de los judíos) y Hechos de los Apóstoles (21:38), un profeta apocalíptico conocido simplemente como “el egipcio” apareció durante el gobierno del procurador Félix. Reunió a miles de seguidores con la promesa de derribar los muros de Jerusalén por mandato divino. El movimiento fue aplastado por las tropas romanas, y el egipcio desapareció. Aunque su destino es incierto, su aparición fue vista como una manifestación del fervor mesiánico de la época.
En su obra “Guerra de los Judíos” el historiador añade:
“Otro grupo de malos hombres que no mataban, pero con conceptos pestíferos y muy malos corrompieron el próspero estado y la felicidad de toda la ciudad, no menos que hicieron aquellos matadores y ladrones.
Porque aquellos hombres, engañadores del pueblo, pretendiendo con sombra y nombre de religión hacer muchas novedades, hicieron que enloqueciere todo el vulgo y gente popular, porque se salían a los desiertos y soledades, prometiéndoles señales de la libertad que habían de tener. Envió contra éstos Félix, pareciéndole que eran señales manifiestas detraición y rebelión, gente de a caballo y de a pié, todos muy armados y mataron gran muchedumbre de judíos”.
“Pero mayor daño causó a todos los judíos un hombre egipcio, falso profeta, porque viniendo para halagarlos, siendo mago, queríase poner nombre de profeta, y junto con él casi treinta mil hombres, engañándolos con vanidades y trayéndolos consigo de la soledad donde estaban, al monte que se llama de los Olivos; trabajaba de venir de allí a Jerusalén, y echar la guarnición de los romanos y hacerse señor de todo el pueblo. Habíase juntado, para poner por obra esta maldad, mucha gente de guarda, pero viendo esto Félix proveyó en ello; y saliéndole con la gente romana muy armada y en orden, y ayudándole toda la otra muchedumbre de judíos, dióle la batalla. Huyó salvo el egipcio con algunos, y presos los otros, muchos fueron puestos en la cárcel, y los demás se volvieron a sus tierras”.
En su otra obra: “Antigüedades Judías” , Josefo dice lo siguiente acerca del Egipcio:
“Con esos hechos perpetrados por ladrones, la ciudad estaba repleta de crímenes horrendos. Los impostores y loshombres falaces persuadían a la multitud que los siguieran al desierto. Decían que allí les mostrarían signos y señales que sólo pueden producirse por obra y providencia de Dios. Muchos que los creyeron, sufrieron los castigos que merecían por su locura, pues Félix los hizo ejecutar cuando le fueron entregados”.
“En ese tiempo llegó a Jerusalén un egipcio que simulaba ser profeta, y quiso persuadir a la multitud que ascendiera con él al monte de los Olivos, que se encuentra a la distancia de cinco estadios de la ciudad. Les dijo que desde allí verían caer por su orden los muros de Jerusalén, y les prometió abrirles un camino para volver a la ciudad”.
“Cuando Félix oyó tales cosas; ordenó a sus soldados que tomaran lasarmas. Salió de Jerusalén con muchos soldados de caballería y de infantería, y atacó al egipcio y a los que estaban con él. Mató acuatrocientos de ellos, e hizo prisioneros a doscientos. En cuanto alegipcio, eludió el encuentro y se escapó”.
Profetas del desierto y comunidades esenias
Profetas anónimos y el “desierto” como espacio sagrado
Josefo menciona a varios profetas no identificados que arrastraban multitudes al desierto con promesas de manifestaciones divinas. Esta imagen remite al modelo profético de Elías y Juan el Bautista. En el imaginario judío, el desierto era el lugar donde Dios hablaba a su pueblo (cf. Oseas 2:14), por lo que los líderes espirituales lo escogían como escenario de revelación.
Juan el Bautista
Aunque figura central en el cristianismo, Juan operó de forma independiente. Josefo dedica un extenso pasaje a él y lo describe como “un hombre bueno que exhortaba a la virtud y el bautismo” (Ant.). Su condena por Herodes Antipas refleja el temor que generaban estos líderes en la elite gobernante.
La comunidad de Qumrán
Los rollos del Mar Muerto, especialmente el Documento de Damasco (CD) y la Regla de la Comunidad, describen la espera de dos figuras mesiánicas: un mesías de Aarón (sacerdote) y uno de Israel (rey) (cf. 1QS 9:11). Esta corriente esenia no promovió figuras activas, pero preparó el terreno ideológico y apocalíptico para la recepción de líderes carismáticos.
Magos, taumaturgos y sabios no judíos
Simón el Mago
Simón de Samaria o Simón el mago (latín : Simon Magvs) fue una figura religiosa cuyo enfrentamiento con Pedro se registra en Hechos 8: 9–24 . El acto de simonía lleva el nombre de Simón, quien trató de comprar su camino hacia el poder de los Apóstoles .
Según los Hechos, Simón fue un mago o figura religiosa samaritana del siglo I d.C. y converso al cristianismo, bautizado por Felipe el evangelista . Simon más tarde se enfrentó con Pedro. Las tradiciones sobrevivientes sobre Simón aparecen en textos ortodoxos, como los de Ireneo , Justino Mártir , Hipólito y Epifanio , donde a menudo se lo describe como el fundador del gnosticismo , que ha sido aceptado por algunos eruditos modernos mientras que otros rechazan que fuera un gnóstico.
La caida de Simón el Mago. Benozzo Gozzoli
En obras apócrifas que incluyen los Hechos de Pedro , las Pseudo-Clementinas y la Epístola de los Apóstoles , Simón también aparece como un hechicero formidable con la capacidad de levitar y volar a voluntad. A veces se le conoce como «el mal samaritano» debido a su carácter malévolo. Los Hechos canónicos de los Apóstoles presentan una breve narración sobre Simón el Mago; esta es su única aparición en el Nuevo Testamento .
Hechos 8:9-25 Reina Valera Actualizada 2015:
9 Hacía tiempo había en la ciudad cierto hombre llamado Simón, que practicaba la magia y engañaba a la gente de Samaria, diciendo ser alguien grande. 10 Todos estaban atentos a él, desde el más pequeño hasta el más grande, diciendo: “¡Este sí que es el Poder de Dios, llamado Grande!”. 11 Le prestaban atención, porque con sus artes mágicas les había asombrado por mucho tiempo. 12 Pero cuando creyeron a Felipe mientras anunciaba el evangelio del reino de Dios y el nombre de Jesucristo, se bautizaban hombres y mujeres. 13 Aun Simón mismo creyó, y una vez bautizado él acompañaba a Felipe; y viendo las señales y grandes maravillas que se hacían, estaba atónito.
14 Los apóstoles que estaban en Jerusalén, al oír que Samaria había recibido la palabra de Dios, les enviaron a Pedro y a Juan, 15 los cuales descendieron y oraron por los samaritanos para que recibieran el Espíritu Santo. 16 Porque aún no había descendido sobre ninguno de ellos el Espíritu Santo; solamente habían sido bautizados en el nombre de Jesús. 17 Entonces les impusieron las manos y recibieron el Espíritu Santo.
18 Cuando Simón vio que por medio de la imposición de las manos de los apóstoles se daba el Espíritu Santo, les ofreció dinero, 19 diciendo:
—Denme también a mí este poder, para que cualquiera a quien yo imponga las manos reciba el Espíritu Santo.
20 Entonces Pedro le dijo:
—¡Tu dinero perezca contigo, porque has pensado obtener por dinero el don de Dios! 21 Tú no tienes parte ni suerte en este asunto, porque tu corazón no es recto delante de Dios. 22 Arrepiéntete, pues, de esta tu maldad y ruega a Dios, si quizás te sea perdonado el pensamiento de tu corazón; 23 porque veo que estás destinado a hiel de amargura y a cadenas de maldad.
24 Entonces respondiendo Simón dijo:
—Rueguen ustedes por mí ante el Señor, para que ninguna cosa de las que han dicho venga sobre mí.
25 Ellos, después de haber testificado y hablado la palabra de Dios, regresaron a Jerusalén y anunciaban el evangelio en muchos pueblos de los samaritanos.
Apolonio de Tiana
Filóstrato, en su Vida de Apolonio, narra la historia de este filósofo neopitagórico nacido en Capadocia hacia el año 15 d.C. Apolonio viajó a Babilonia, Egipto e India, y realizó prodigios tales como curaciones, exorcismos y predicciones. Predicó una vida ascética y vegetariana, vivió según los principios pitagóricos y fue visto por algunos como un semidiós. Aunque su biografía fue escrita en el siglo III, se basa en materiales previos y refleja una alternativa helenística a la figura de Jesús1.
Magos orientales y astrólogos
La palabra magos en griego originalmente aludía a los sacerdotes zoroastrianos de Persia, pero con el tiempo designó a todo tipo de sabios orientales, especialmente en astrología y alquimia. Plinio el Viejo denuncia la extensión de estos saberes “pseudocientíficos” en Roma (Historia Natural, 30.2), y Filón de Alejandría critica el uso de “supercherías orientales” en ambientes cultos. No obstante, su popularidad revela la apertura del mundo romano a influencias místicas extranjeras.
Primeros cristianos y judíos
Mientras que por un lado Jesús y los primeros cristianos fueron todos étnicamente judíos, los judíos en general continuaron rechazando a Jesús como el Mesías. Esto fue una fuente de vergüenza para la Iglesia y afectó la relación del cristianismo primitivo con el judaísmo y las tradiciones paganas circundantes. El polemista anticristiano Celso criticó a los cristianos por abandonar su herencia judía mientras afirmaban conservarla. Para el emperador Juliano, el cristianismo era simplemente una apostasía del judaísmo. Estos factores endurecieron las actitudes cristianas hacia los judíos con las nefastas consecuencias que se produjeron en siglos posteriores.
Bibliografia y webgrafía
Flavio Josefo. Antigüedades judías y Guerra de los judíos.
Filóstrato. Vida de Apolonio de Tiana.
Plinio el Viejo. Historia Natural.
Filón de Alejandría. De Migratione Abrahami.
Biblia Reina Valera Actualizada 2015 Hechos de los Apóstoles
Manuscritos del Mar Muerto, 1QS, CD.